viernes, 20 de septiembre de 2013

Cuando comencé mi andadura, remontado a tiempos universitarios mostré mi interés por los ancianos y quise orientar mi futura labor a los adultos mayores enfermos de Alzheimer y demencias. Entre compañeros siempre afirmaban su reticencia a atender y a enfocar su carrera a la ayuda de este colectivo, cosa que nunca compartí ni entendí. Desde el principio supe que yo sería un profesional comprometido con la lucha contra la enfermedad de Alzheimer y por su labor divulgativa y educativa del conocimiento ofreciendo asesoramiento y ayuda a cuidadores de estos enfermos.

Han pasado años de mi primera incursión profesional, recuerdo que me impresioné cuando ví a mis primeros pacientes y sufrí las naturales reacciones de impotencia, pena y miedo que todos los que encaramos a esta enfermedad hemos experimentado en algún momento. Sin embargo, nunca rechacé ni olvidé mi vocación por muy duro que fuese, el dirigir mi carrera a un objetivo: Librar la batalla a la enfermedad de Alzheimer y propiciar con mi granito de arena una mayor calidad de vida al mayor.

Desde mi experiencia desarrollada en residencias de ancianos, el anciano institucionalizado demanda una gran atención, además de su déficit correlativo a las demencias, su pérdida o su alejamiento temporal de redes sociales le hacen muy proclive a padecer depresión y trastornos anímicos. El extender el apoyo social a los ancianos que residen en instituciones está concentrando últimamente mis energías ya que quiero ayudar a aquellos ancianos a combatir su soledad y seguidamente a eliminar la destructiva depresión que les acarrea dicha situación. A este objetivo, he creado el programa paloma mensajera una iniciativa de terapia no-farmacológica que pretende romper las barreras de la distancia y acercar al anciano con su entramado social externo. De igual modo, estoy desarrollando otros proyectos creativos e interesantes de Psicogeriatría que verán la luz el año próximo y sin duda acercará al cuidador al buscado bienestar y aportará un poco de refuerzo a esos familiares que necesitan ayuda profesional en el curso de la enfermedad de Alzheimer.

Ciertamente,  se trata de una enfermedad devastadora, comprendo a sus cuidadores, a sus familiares, a esposas/os, hermanos/as, allegados que día a día afrontan el proceso  evolutivo del Alzheimer. Pero piensen que no están solos, hay millones de profesionales que trabajan día a día investigando, ayudando, aconsejando, atendiendo y asesorando a familiares y familias para auxiliarles durante la enfermedad.
Tuve la oportunidad de ejercer también como formador en materia del cuidado y tratamiento de enfermos de Alzheimer, mi cometido: Enseñar y abrir horizontes a otros profesionales sanitarios: auxiliares, psicólogos/as, enfermeros/as para ampliar sus conocimientos en la atención de estos enfermos y posibilitarles un manejo adecuado de situaciones conflictivas o delicadas durante el ejercicio de su trabajo. Fue una experiencia maravillosa, siempre he colaborado en iniciativas educativas (publicaciones, investigaciones de caso, exposiciones), pero la formación a compañeros que tienen la inquietud de aprender para ayudar a estos enfermos ha sido uno de los momentos más constructivos de mi carrera.

Hoy celebramos el día Mundial del Alzheimer (21 de Septiembre) pero para profesionales como yo esta enfermedad no es actualidad solo un día, la enfermedad de Alzheimer ocupa la preocupación de miles de personas todos los días, los medios se hacen eco de la noticia y exhiben celebraciones, avances y reportajes sobre la enfermedad, pero no sólo el 21 de Septiembre es para nosotros clave, sino la lucha diaria que ocupa nuestros esfuerzos continuamente los 365 días del año.
A ti, que eres un profesional, un estudiante, un familiar, un cuidador principal, un amigo, un allegado de un enfermo de Alzheimer un esposo/a o compañero quiero ubicarte en la esperanza, a que busques tu apoyo en otros (especialistas, asociaciones, centros), quiero que te formes, que aprendas, que juzgues desde la experiencia y el aprendizaje, quiero que no te rindas , que luches ,que suspires y comprendas que lo que haces te eleva a ser mejor a cada día que comienza y tú que atiendes a esa persona enferma estás rompiendo barreras, las que existen y las tuyas. La experiencia lleva su tiempo pero alivia enormemente la carga, correspondiendo al cuidador en un cuidado de garantías, primado de rutinas y labores expeditivas que guían positivamente una actuación correcta y que poco a poco irá ganando terreno a esas reacciones negativas: de dolor, de culpa, de miedo y tristeza, tal vez de ira y de incapacidad. Son normales y totalmente comprensibles, somos humanos… .
Un abrazo a todos, compartimos comunicación.
Angel Moreno .Psicólogo. Especialista en Psicogeriatría. Formador y escritor.
RECUÉRDAME . El portal especializado en Alzheimer y Demencias.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Socialmente el envejecer queda ligado inevitablemente  a enfermedad, fragilidad y decrepitud con una alta prevalencia de discapacidad y de riesgo a la pérdida de capacidades cognitivas y de la independencia personal. Sin embargo, existen ciertos hábitos, consideraciones, consejos ,estrategias y rutinas que reducen el riesgo de padecer, retrasar y revertir el deterioro de la EA en el futuro. Llevar un estilo de vida saludable condiciona un factor de protección contra la contingencia de padecer la EA. Según la Alzheimer´s Research & Prevention Foundation, el ejercicio físico reduce el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer en un 50%. El ejercicio regular también puede retardar el deterioro de los que ya han comenzado a desarrollar problemas cognitivos, pequeños ejercicios habituales en principio, establecer una rutina de cortas caminatas, andar o incluso pasear a su ritmo y en compañía de algún familiar/es o amigo/s.

Fundamentalmente uno de los pilares que contituyen el nivel de prevención inicial es la dieta nutritiva, sana y equilibrada en hábitos alimenticios saludables. El consumo de frutas y verduras, en general los consejos alimenticios recomiendan seguir una dieta mediterránea - evitar grasas saturadas, ingerir ácidos grasos omega-3 (salmón, atún, trucha, caballa y sardinas)-, comer a intervalos regulares ayuda a mantener niveles constantes de azúcar en sangre. El ácido fólico, la vitamina B12, vitamina D, magnesio y aceite de pescado se creen que preservan y mejoran la salud cerebral. Lógicamente evitar fumar y beber alcohol ya que ambos hábitos constituyen dos de los principales factores de riesgo evitables para la enfermedad de Alzheimer. Cuando la persona deja de fumar, los beneficios para el cerebro redundan en una mejor circulación casi de inmediato. Sin embargo, los cambios en el cerebro del abuso de alcohol sólo pueden revertirse en sus primeras etapas.
Otro de los puntales cruciales de estas medidas preventivas son representadas por el entrenamiento y la estimulación mental. Aquellas personas que siguen aprendiendo cosas nuevas durante toda la vida y entrenan sus cerebros son menos propensos a desarrollar la EA. Mantenerse activo e implicarse en tareas múltiples o que requieran comunicación, interacción y organización ofrecen mejor protección. Dedique tiempo cada día para estimular sus capacidades mentales.

La calidad del sueño precisa de su función reparadora para funcionar en la capacidad óptima, la falta de sueño no sólo posibilita un mal humor y el cansancio sino que además perjudica su capacidad de pensar, resolver problemas, procesar, almacenar y recordar la información.

El estrés crónico causa un severo impacto en el cerebro. Sin embargo relajar su respuesta al estrés pasará por sencillas técnicas como respirar, programar actividades de relajación diaria o la meditación regular.

Los seres humanos somos seres sociales, mantenerse socialmente activo o participar de sólidos apoyos sociales puede protegerle contra la EA y la demencia por lo que en su vida social siempre debe ser una prioridad.

         El ejercicio actúa como un valioso protector y terapeútico contra la Enfermedad de Alzheimer.



Una de las medidas naturales que combaten la enfermedad. El seguimiento de una dieta sana mejora considerablemente la salud cerebral.





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